La victoria mancomunada de los cristianos sobre los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa -en el año 1212- en la que lucharon Alfonso VIII de Castilla, Pedro el Católico de Aragón y Sancho VII el Fuerte de Navarra, abrió el valle del Guadalquivir a castellanos y leoneses. Por el contrario, la derrota y muerte -sólo un año después- de Pedro el Católico -en Muret- supuso el abandono del sueño occitano de los condes de Barcelona, heredado ahora por la Corona de Aragón, que se vió obligada a buscar su expansión por el Al-Andalus levantino y el Mediterráneo. Esta batalla de las Navas de Tolosa, puede considerarse una auténtica cruzada, en la que el único ausente fue Alfonso IX, de León.
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