Un político de nuestro tiempo, Georges Clemenceau, dijo que tener genio es tener mal genio. Arthur Schopenhauer responde perfectamente a esta descripción. Fue un filósofo pesimista y malhumorado, pero también un extraordinario escritor.
Las obras de Schopenhauer se leen hoy con interés intelectual pero también literario, porque escribió de una manera vigorosa y lúcida. Inmerso por sus ideas y pensamiento en plena época del romanticismo, Schopenhauer es uno de esos autores con el que se puede estar de acuerdo o no, pero nadie expresa mejor que él lo que piensa.
Filósofo pesimista, habló del dolor y del sufrimiento de ese mundo, influido sin duda por el pensamiento oriental. De hecho, fue uno de los primeros pensadores occidentales que conoció a través de las traducciones de Friedrich Majer y de otros autores versiones de algunos textos budistas que hacían referencia al dolor de la existencia. ¿Cómo podemos escapar del dolor de la existencia? ¿En qué consiste este mundo en el que vivimos anhelando cosas que no llegan y nos hacen sufrir y cuando llegan nos sacian y nos hastían y nos proyectan hacia otros deseos? ¿Cómo podemos salir de ese círculo vicioso? ¿Cómo escapar de la maldición de la voluntad, de esa cadena de deseos y de dolores, esa suma de afanes y desasosiegos que conforman la vida humana? Estas preguntas y la búsqueda de sus respuestas conforman el núcleo de su pensamiento.