Esta bonita foto de Lucinao Paniagua pone de manifiesto con crudeza la paupérrima realidad de nuestro pueblo, basta con pasear por cualquiera de sus calles para comprender de que estoy hablando, son muchas más las casas cerradas que habitas.
Es mucho el cariño que los verdejos tenemos a nuestro pueblo, guardamos tiernos recuerdos de nuestra niñez jugando en sus calles llenas de mugre y rebosantes de vida, pero es poco lo que por él hacemos.
El sosiego y la tranquilidad que ahora disfrutamos no evita la tristeza que produce la soledad de sus barrios, la falta de pulso vital que le envuelve.
Deberíamos preguntarnos ¿que ha pasado?, ¿por qué cada vez menos verdejos desean hacer su vida aquí?, ¿podemos hacer algo hora?..... La respuestas a estas sencillas preguntas probablemente determinará lo que seamos en el futuro.
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