La soberbia es básicamente el deseo de ponerse por encima de los demás. No es malo que un individuo tenga una buena opinión de sí mismo, en general podemos-admitir que tenemos cierto lugar en el ranking humano, y que hay otros que son más prestigiosos. Pero los soberbios no le dejan paso a nadie, ni toleran que alguien piense que puede haber otro delante de él. Además sufren la sensación de que se está haciendo poco en el mundo para reconocer su superioridad, pese a que siempre va con él ese aire de “yo pertenezco a un estrato superior”.
Se establecen que hay varias características que dejan patente que una persona es soberbia:
La humildad, la sencillez y la modestia son nociones contrarias a la soberbia.
Es posible asociar a la soberbia con el orgullo, aunque éste tiene un valor positivo y está considerado como una virtud. La persona puede sentir orgullo por sí misma al reconocer sus éxitos o mejoras, sin que esto la haga sentir superior al resto de los seres humanos. En cambio, cuando ese autoreconocimiento se transforma en soberbia, su objetivo pasa a ser alimentar su ego y su propia vanidad.