Nuestra capacidad de comunicación nos ha definido como especie. Compartir información entre unos y otros ha permitido a los seres humanos situarse en la cima de la cadena alimenticia y dominar nuestros entornos. Sin embargo, el ser humano no es la única especie que puede comunicarse.
Organismos tan simples como una bacteria pueden comunicar una estrategia que les permite cooperar para vencer a criaturas cuyo tamaño es millones de veces mayor. Los peces utilizan feromonas para avisar sobre la presencia de depredadores y para encontrar pareja.
Los elementos químicos también son medios efectivos de comunicación sobre la tierra y han permitido que los insectos, algunos de los animales más pequeños y humildes de la naturaleza, se conviertan en la clase animal más numerosa y prolífica de la Tierra.
La facultad de interactuar se remonta a miles de millones de años y, con frecuencia, ha sido uno de los factores primordiales que ha permitido a una especie evolucionar y sobrevivir.